sábado, 16 de febrero de 2013

Del bajo nivel académico de los alumnos


En algunas ocasiones he oído decir que tenemos la juventud mejor formada de la historia de España. Probablemente es cierto en términos cuantitativos, pero no creo que lo sea en términos cualitativos. En las reuniones de profesores es frecuente oír la expresión “el nivel de los alumnos es muy bajo” o “tenemos alumnos muy inmaduros”. Reconozco que no sé muy bien el significado de unas expresiones tan contundentes y con tan poca reflexión. En el sistema educativo intervienen muchos factores, como, por ejemplo, el social, el jurídico o el político, pero uno de los más importantes es el de la formación intelectual de los profesores. Nadie quiere asumir su parte de responsabilidad en el estrepitoso fracaso de la enseñanza en España, tampoco los profesores.

Voy a contar como ejemplo tres anécdotas y que cada cual saque sus propias conclusiones. Hace unos cuantos años, pedí a un miembro del departamento de Geografía e Historia de un instituto de Badalona que comprase un globo terráqueo, me preguntó si tenía alguna preferencia a lo que indiqué en broma “sí, que tenga una escala 1:1”. Al cabo de unos días me dice que ha ido a buscarlo pero que el dependiente le ha dicho que no tienen globos a esa escala (un globo terráqueo de escala 1:1 tendría el tamaño de la Tierra). No me podía creer que un profesor de Geografía e Historia pretendiese comprar semejante barbaridad, pero así fue. Hace unos años una joven profesora de lengua y literatura me preguntó si el libro El lazarillo de Tormes era muy grueso. Le respondí, con un cierto tono irónico, que dependía del tamaño de las letras, cuanto mayor es el tamaño de la letra, mayor número de páginas. Pude comprobar que la pregunta no era chistosa ya que dependía del número de hojas para que los alumnos leyeran más o menos capítulos del libro. Me quedé sorprendido por la pregunta, me parecía impropia de una persona con formación universitaria y, además, profesora. La tercera anécdota se produjo no hace mucho tiempo y me llegó através de los alumnos a los que impartía Geografía; una profesora dijo en clase que Copérnico había descubierto que la Tierra era esférica. Un alumno le indicó que la demostración de la esfericidad de la Tierra la había hecho Eratóstenes, y, con anterioridad, Aristóteles ya había sido capaz de deducir la forma terrestre mediante la observación de los eclipses lunares. La profesora se indignó con el alumno y le amenazó suspenderle por la mala educación de corregirla y por la escasa formación que mostraba, a lo que el alumno se disculpó y no insistió.

En algunas ocasiones hay profesores que preguntan cómo se obtiene el porcentaje de aprobados de una clase. En otras piden a sus compañeros que les impriman un documento guardado en el ordenador porque no saben cómo hacerlo. Por las cosas que oigo entre los profesores, a muchos les costaría situar Ciudad Real en un mapa mudo de España o indicar con precisión por donde pasa el Ecuador o el meridiano de Greenwich. Estoy convencido que buena parte de las deficiencias en la formación académica de los alumnos está relacionada con la poca preparación intelectual de los profesores. ¿A qué se debe este fenómeno? La respuesta la encontramos en la selección, cada vez menos exigente, de los profesores de cualquier nivel, desde la enseñanza primaria a la universitaria. De aquí podemos sacar una conclusión: con profesores que muestran una formación intelectual poco sólida no se puede conseguir alumnos con alto nivel académico, aunque el resto de las circunstancias sociales, jurídicas o políticas sean favorables.

Corolario:

De los buenos profesores no siempre salen buenos alumnos, pero de profesores poco responsables las actitudes de los alumnos suelen ser poco recomendables.

Nota:

He conocido, y conozco, profesores con una sólida formación intelectual, que dan muy buen ejemplo en su magisterio. Es tarea del alumno saber distinguir el grano de la paja, es decir, saber reconocer a un buen profesor.